Recta final del Decenio y las asignaturas pendientes a favor de los pueblos afro descendientes.

Dr. Crisantos Obama Ondo, politólogo y diplomático, escritor y consultor.

La Resolución 68/237 de la Asamblea General de la ONU establece el Decenio Internacional para los Afrodescendientes desde el 1 de enero de 2015 hasta el 31 de diciembre de 2024 con el lema, Afrodescendientes: reconocimiento, justicia y desarrollo. Y a tan solo unos meses, se estaría llegando a la recta final de ese Decenio, y aunque se reconozca la implementación de algunas actividades, quedan muchos tramos por recorrer o asignaturas pendientes en cuanto al reconocimiento, justicia y, sobre todo, el desarrollo de los pueblos afrodescendientes.

Seguramente varias actividades, coloquios, seminarios, conferencias han sido implementadas en Colombia, y concretamente en la ciudad de Cali así como en otros países latinoamericanos y caribeños en el marco del reconocimiento y compromiso con los pueblos afrodescendientes. Pero como dice un viejo adagio, del dicho al hecho, sigue habiendo mucho trecho. El reconocimiento debe concretarse en actos reales, y las acciones relativas a la justicia deben avanzarse con determinación, pero los indicadores de desempeño y el impacto sobre el terreno distan mucho de proyectar un balance positivo.

Y en la víspera de la recta final del Decenio, el panorama parece poco glorificante para estos pueblos, porque el contexto actual debería ser diferente. Pero no solo diferente, el impacto de los resultados tendría que brillarse sobre el terreno, mientras tanto, se puede saludar algunas iniciativas desplegadas en este sentido tanto por la Corporación Amigos de la Unesco como por la Fundación Global África Latina, las cuales, no solo buscan reforzar la labor de reconocimiento de los derechos de los afrodescendientes sino igualmente empeñarse por un cambio real así como una visión renovada y enfocada hacia un acercamiento institucional y cultural entre los pueblos de América Latina y los de África. 

De hecho, se puede reconocer la modesta participación del articulista en las reflexiones durante el tercer coloquio internacional de afrodescendientes que tuvo lugar en la ciudad de Cali del 27 al 30 de noviembre de 2017. Una oportunidad única para hablar como africano sobre los derechos socio culturales y ambientales de los pueblos afro-descendientes y africanos. Unas reflexiones pasionales sobre un pueblo africano, único país de habla hispana en África, Guinea Ecuatorial, y en medio de sus primos y primas afrodescendientes. Destacando a Guinea Ecuatorial como un pequeño país en extensión de África central, pero enorme en su dimensión socio-cultural y ambiental.  

Y tal como se sabe, el Decenio Internacional de los Afrodescendientes (2015–2024) se estableció con el objetivo de fomentar el respeto, la protección y el ejercicio de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales de los afrodescendientes.  Un compromiso importante para la lucha contra el racismo y una responsabilidad institucional de los Estados y organizaciones Internacionales por erradicar la pobreza, la exclusión y facilitar la participación plena y en igualdad de condiciones de los afrodescendientes en la vida pública, política y económica. Y se puede valorar el impulso creado por este Decenio Internacional y las actividades aprobadas en 2014 por la Asamblea General con medidas específicas con el fin de enriquecer y alimentar los esfuerzos de la comunidad internacional encaminados a cumplir los objetivos de la Agenda 2030. Por donde, se alentaba la necesidad de abandonar los discursos polarizados y vacíos para emprender acciones concretas en materia de reconocimiento, justicia social y desarrollo.

Y precisamente se podría reconocer a Colombia como un paradigma en los avances hacia estos derechos sociales y políticos, así como la integración de los afrodescendientes en todos los sectores nacionales, y con la elección de una Vice presidenta afro, quedaba patente este esfuerzo.

Un contexto por cierto que hace recordar las palabras textuales de Antonio Gutiérrez, Secretario General de la ONU, quien reconoció que los retos a los que se enfrentan los afrodescendientes son, en parte, el legado de las vergonzosas prácticas de la esclavitud, la discriminación y la segregación, ejercidas a lo largo de los siglos. Y subrayó que el racismo, la discriminación estructural, la marginación, el discurso de odio y los delitos motivados por prejuicios, siguen siendo problemas graves y generalizados.

Y desde de este prisma, hoy los migrantes, refugiados de África y los afrodescendientes siguen colocándose en esta posición histórica de las personas más vulnerables del mundo, ya que en ellas se centra la discriminación basada en el origen racial o étnico, la situación social o económica y la ciudadanía. Sigue siendo difícil para no decir imposible, considerar a un negro africano o afrodescendiente como buen turista en las grandes ciudades del mundo, porque en gran medida, siguen siendo recibidos con tono paranoico y generalmente como inmigrante ilegal, traficante o simplemente un ladrón. Y los términos “dinero negro”, “día negro” siguen apoderándose de los discursos políticos y ampliamente utilizados por los grandes medios de comunicación social, emparejando la maldad, la inferioridad y la pobreza con lo negro, el negro. Prejuicios que dañan la sensibilidad humana e interpelan la sensatez.

Pero a pesar de esta proyección lúgubre y dramática, así como las barreras impuestas, los afrodescendientes, afroamericanos y africanos en general, son líderes en todos los ámbitos de la vida, del arte a los negocios, de la política a la filantropía, del deporte a la música y la literatura o las ciencias. Precisamente Estados Unidos celebra este mes de febrero 2024, el Mes de la Historia Negra, con varias actividades de reconocimiento a los héroes y famosos afroamericanos. Y a estas alturas de concluir el Decenio y de la civilización humana, existe la obligación moral e institucional de todos, Estados y de la comunidad internacional de erradicar la discriminación y la segregación racial.

Y no solo basta que la comunidad internacional reconozca a este grupo de más de 230 millones registrados solo en América y otros tantos millones en otras partes del mundo, sino la necesidad de adoptar posicionamientos concretos, resoluciones, leyes, normas, para que ningún ser humano siga sufriendo discriminación en este mundo por su raza, color, ni por su procedencia. Además, las Nacionales Unidas no solo debería mantener su posición doctrinal de reconocimientos de los derechos de los ciudadanos, con la adopción de diferentes instrumentos normativos sobre el respeto de los derechos humanos, sino una posición más pragmática de luchar por su respeto, por la aplicación de estos instrumentos, su protección, reconocimiento y por su transparencia interpretativa.

Por tanto, se reconoce el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1966 y entrada en vigor en 1976, como mecanismo para la protección y garantía de estos derechos. Además, un Pacto que es parte de la Carta Internacional de los Derechos Humanos, junto con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Y no se considera suficiente ese reconocimiento tácito, lo importante es desarrollar un contexto de aplicación efectiva, superando las limitaciones y el marco contextual.

Tampoco se trata de solo un derecho, es igualmente un deber, reconocer que los afro-descendientes son iguales que todos los demás ciudadanos de sus países. Son iguales, sin necesidad de utilizar el modo circunstancial, de deberían ser iguales. Iguales ante la ley e iguales ante las oportunidades. Y las Naciones Unidas, así como otras Organizaciones Internacionales, no solo deberían limitarse al trabajo idealista. La experiencia indica que los derechos sociales, culturales y ambientales siguen siendo violados sistemáticamente en diferentes partes el mundo ante la indiferencia de la Comunidad Internacional.

Y a pocos meses de concluir los diez años del Decenio Internacional para los afrodescendientes, se debe destacar con suma impotencia, el deseo de que las instituciones mundiales trabajen para situar al mundo en la perspectiva de la humanidad, fomentando el logro de los objetivos del Decenio, actualizando su plan de acción y proveyendo recursos suficientes para su implementación. El respeto, la protección, y el ejercicio de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales de los afrodescendientes y africanos en general, debe ser una realidad tal como subraya la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Porque todos somos humanos y debemos ser iguales en la humanidad y en la sociedad.

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